Hermandad sin fronteras
Viajar es una experiencia enriquecedora, pero hacerlo con pasaporte Colombiano es toda una aventura. Para muchos países se necesita visa, en Malasia al llegar te ponen un sello escalofriante y en otros paises simplemente por tu pasaporte te asocian con X o Y situación. Mi pasaporte Colombiano me ha llevado a vivir diferentes experiencias como:
Recibir cumplidos por el café ó comentarios alegres acerca del Pibe Valderrama ☕️
Empezar conversaciones en Inglés y terminarlas en Español 🇨🇴
Ignorar comentarios acerca de narcotráfico o responder preguntas de la historia del mismo 🙄
Pero en Diciembre del 2016 tuve una experiencia diferente
Volaba hacia Japón para disfrutar delMundial de Clubes y realizando el check-in el empleado de la aerolínea miró mi pasaporte y me preguntó: de qué ciudad en Colombia? de Medellín respondí. Su respuesta fue inesperada:
Fueron 5 minutos recibiendo halagos y compartiendo esa conexión que el fútbol y el destino habían creado. Sin duda fue una manera inesperada de empezar el viaje pero me monté al avión con una alegría que nunca había experimentando.
Caminando hacia el estadio para ver jugar a Nacional, fue muy curioso ver Japoneses con la camiseta verde y blanca. Sonreían cuando veían una cara occidental con la misma camiseta. Esa misma camiseta que motivó el viaje me tenía preparada otra experiencia, esta vez en una tienda, alguien me miraba y me saludaba, yo no lo conocía. Luego me empezó a hablar en Portugués y a señalar el escudo de Nacional y la bandera de Brasil. Tratando de conectar sus palabras en Portugués con las mías en Español, compartimos un momento grato y aunque no pudiéramos entendernos perfectamente estábamos felices de estar ahí, viendo fútbol. Nos despedimos y mientras nos separábamos él gritaba
Por casualidad, entre miles de personas, unas horas después en el estadio nos volvimos a encontrar. Me llamó sonriendo y me dijo: “Estaremos sempre unidos. Somos irmãos"
Nos abrazamos, nos reímos, nos tomamos fotos y disfrutamos de esa hermandad que nació sin importar las fronteras, el lenguaje o la rivalidad en la cancha.
Como dicen por ahí, esto es lo bonito del fútbol.